Predictores de los trastornos de conducta alimentaria
Sección: Salud y Psicología
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
88
Insatisfacción corporal, influencia social y
funcionamiento familiar como predictores del riesgo de
trastornos de la conducta alimentaria
Karla Denisse Ceballos Canazaa, Stefany Meza Villalbaa , Walter Lizandro Arias
Gallegosa & Renzo Riveraa
a Universidad Católica San Pablo, Arequipa, Perú
Resumen
Los trastornos alimentarios son patologías que afectan principalmente a adolescentes y que
conllevan dificultades en la aparición, curso de la enfermedad y en su abordaje. El objetivo de esta
investigación es determinar cuál variable: insatisfacción corporal, funcionamiento familiar e
influencia social tiene mayor potencia predictiva en el riesgo de desarrollo de un trastorno de la
conducta alimentaria en una muestra de adolescentes mujeres de la ciudad de Arequipa. Se trabajó
con un diseño predictivo transversal, y se evaluó a una muestra de 1311 adolescentes mujeres de
11 a 17 años de colegios de nivel secundario en la ciudad de Arequipa a través de la aplicación de
instrumentos el Body Shape Questionnaire, FACES III, CIMEC-26 y EAT-26. Como resultados
encontramos que solo dos variables tienen una potencia predictiva, estas son las dimensiones de
la escala de funcionamiento familiar: cohesión y adaptabilidad.
Palabras clave: Trastornos alimentarios, insatisfacción corporal, funcionamiento familiar,
influencia social, adolescentes
Body dissatisfaction, social influence and family
functioning as eating behavior disorders risk’s predictors
Abstract
Eating disorders are pathologies that mainly affect adolescents with a relatively poor prognosis
and difficulties in their approach. The aim of this research is to determine which variable: body
dissatisfaction, family functioning and social influence has the greatest predictive power in the
risk of developing an eating disorder. The present study has a cross-sectional predictive design,
and sampled 1311 female adolescents aged 11 to 17 years from high schools in the city of Arequipa
who were assessed through the Body Shape Questionnaire, FACES III, CIMEC-26 and EAT-26
as instruments. The results indicate that only two variables have predictive power, these are the
dimensions of the family functioning scale: cohesion and adaptability.
Keywords: Eating disorders, body dissatisfaction, family functioning, social influence,
adolescents
Veritas & Research
ISSN 2697-3375
Vol. 6| N° 1| 2024
Edita:
Pontificia Universidad
Católica del Ecuador
Sede Ambato
Recibido: 21/12/2023
Aceptado: 15/01/2024
Publicado: 1/02/2024
Citar como:
Ceballos Canaza, K.D,
Meza Villalba, S., Arias
Gallegos, W.L. & Rivera,
R. (2024). Insatisfacción
corporal, influencia social
y funcionamiento familiar
como predictores del
riesgo de trastornos de la
conducta alimentaria.
Veritas & Research, 6(1),
88-104.
Contacto:
warias@ucsp.edu.pe
Licencia:
Creative Commons
Atribución-No Comercial-
Sin Derivadas 4.0
Internacional (CC BY-NC-
ND 4.0)
Los autores mediante el
documento “Declaración de
originalidad y Cesión de
derechos de autor transfieren
a la revista los derechos
patrimoniales que tienen de
la obra para que se puedan
realizar copias y distribución
de los contenidos por
cualquier medio disponible y
en Acceso Abierto, siempre
que se mantenga el
reconocimiento de sus
autores y no se haga uso
comercial de la obra.
Cevallos Canaza et al.
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
89
Insatisfação corporal, influência social e funcionamento
familiar como preditores de risco de transtornos
alimentares
Resumo
Os transtornos alimentares são patologias que afetam principalmente os adolescentes e acarretam
dificuldades no aparecimento, evolução da doença e na sua abordagem. O objetivo desta pesquisa
é determinar qual variável: insatisfação corporal, funcionamento familiar e influência social tem
maior poder preditivo no risco de desenvolver transtorno alimentar em uma amostra de
adolescentes do sexo feminino da cidade de Arequipa. Trabalhamos com um desenho preditivo
transversal e uma amostra de 1.311 adolescentes do sexo feminino de 11 a 17 anos de escolas
secundárias da cidade de Arequipa foram avaliadas através da aplicação dos instrumentos Body
Shape Questionnaire, FACES III, CIMEC-26 e EAT-26. Como resultados, constatamos que
apenas duas variáveis têm poder preditivo, são elas as dimensões da escala de funcionamento
familiar: coesão e adaptabilidade.
Palavras-chave: Transtornos alimentares, insatisfação corporal, funcionamento familiar,
influência social, adolescentes
Introducción
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) han
sido estudiados desde muchos ámbitos, ya sea desde
una perspectiva social, de la salud física y mental, entre
otros (Borrego, 2000). De hecho, este tipo de
alteraciones son identificadas desde la época bíblica y
su estudio sigue un proceso evolutivo asociado a
múltiples factores causales y explicativos (Aguinaga et
al., 2000). Ahora bien, en cuanto a las posibles causas
o la etiopatogenia detrás de los signos y síntomas
presentes en un TCA, se tienen múltiples factores tanto
biológicos, psicológicos como sociales. Es así que,
actualmente se cuenta con un modelo etiológico
multidimensional para la explicación del desarrollo de
estos trastornos, que incluye factores de origen
biopsicosocial (Seijas, & Sepúlveda, 2005). Dentro de
los factores biológicos, se puede encontrar desde
aspectos genéticos como heredabilidad familiar, hasta
aspectos bioquímicos y neuronales (Solano-Pinto et al.,
2018). Se puede apreciar, por ejemplo, cómo
deficiencias en las funciones ejecutivas pueden ser
parte del endofenotipo de la persona (Alvarado & Silva,
2014). Se han dado también explicaciones biológicas
respecto a heredabilidad genética (Wade et al., 2008),
así como teorías que asocian el inicio y cronicidad de
la enfermedad a neurotransmisores como la serotonina,
la dopamina, la noradrenalina y las hormonas
neuroendocrinas (Mayer & Walsh, 1998).
Con referencia a los aspectos psicológicos asociados a
la presencia de TCA, se ha encontrado que la
insatisfacción corporal es el síntoma con mayor poder
predictivo de estos trastornos (Franco et al., 2013;
Pérez et al., 2000), seguido de aspectos relacionados a
rasgos de personalidad y autoestima (Maganto, & Cruz,
2002). De hecho, el principal factor protector en cuanto
a la insatisfacción corporal, sería una autoestima
positiva (Neumark-Sztainer et al. 2007). Respecto a
estos factores psicológicos, Fairburn y otros (1999)
reconocen algunas características que están presentes
en la mayoría de estudios actuales sobre el tema, las
cuales son baja autoestima, perfeccionismo, rigidez y
obsesividad como rasgos de personalidad en pacientes
con diagnóstico de TCA. De manera similar, Seijas y
Sepúlveda (2005) refieren que un rasgo clínico de los
trastornos alimenticios son las distorsiones
perceptuales tales como la sobreevaluación del
esquema y peso corporal.
La imagen corporal puede ser definida como “la
representación mental que cada persona construye de
su propio cuerpo” (Montecinos et al., 2018, párr. 3), y
cambia según la etapa de vida en que se encuentre la
persona, y desde la niñez constituye un componente de
suma importancia para el desarrollo de la autoestima y
el autoconcepto (Molina & Raimundi, 2011). En la
adolescencia, la juventud y la edad adulta; se hace más
Predictores de los trastornos de conducta alimentaria
Sección: Salud y Psicología
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
88
determinante en las mujeres porque se asocia con el
atractivo, y tiene mayor relevancia en la autopercepción
y las interacciones con otros (Behar, 2018).
De igual manera, Portela y otros, (2012), sugieren que
la internalización de estándares de belleza genera
conductas de riesgo de TCA. Asimismo, la edad
adolescente, dados los cambios biológicos que
implican un incremento del porcentaje de grasa
corporal en las mujeres se asocia con cierta
vulnerabilidad para la presencia de la insatisfacción
corporal (Rodríguez, & Cruz, 2008). A ello se suma
que, el uso de Internet ha promovido espacios que
introducen a las adolescentes a grupos que distorsionan
su imagen corporal y alientan conductas propias de los
TCA (Lucciarini et al., 2021).
En el contexto peruano Agesto y otros (2017)
realizaron un estudio en adolescentes de tercero a
quinto de secundaria y reportaron una correlación
estadísticamente significativa entre el influjo de los
modelos estéticos corporales y la insatisfacción
corporal. Portilla (2020) reportó que en adolescentes de
12 a 17 años de Lima hay un porcentaje elevado de
insatisfacción corporal, y que ésta está relacionada
significativamente con el acoso escolar. Otros estudios
han asociado la imagen corporal con el estrés y los
estilos de afrontamiento (Arias et al., 2019).
Asimismo, la insatisfacción corporal se expresa de
forma diferencial en muestras de mujeres europeas y
latinoamericanas (Rodríguez, & Cruz, 2008), lo que
pone en relieve los factores socioculturales. En ese
sentido, dentro de los factores de origen sociocultural,
el primer ámbito relacionado es el familiar, cuya
relación causal y explicativa fue estudiada desde la
década de los setenta, y se reconoce la presencia de
patrones disfuncionales en las relaciones familiares
(Aguinaga et al., 2000). Al respecto se observa que la
teoría psicodinámica menciona el trastorno vincular
entre madres e hijas, en el cual se evidencian problemas
en el proceso de individuación lo cual conllevaría al
desarrollo de un TCA como una forma de
diferenciación (Behar, 2004).
Por su parte Seijas y Sepúlveda (2005), reportan que en
familias, en las cuales hay un miembro con este
trastorno, se observa un marcado sobreinvolucramiento
y que existe la tendencia a no fomentar la
independencia de los integrantes del núcleo familiar.
Staudt y Rojo (2006), comentan que estas familias
reflejan una falsa felicidad y están caracterizadas por la
rigidez al cambio y la falta de resolución de conflictos.
Es decir, que la familia puede constituirse como un
factor protector cuando un entorno familiar es positivo
(Davis et al., 2004), pero no cuando los padres exhiben
estilos parentales negligentes o permisivos (Moreno et
al., 2020).
Desde el enfoque de la terapia familiar sistémica, se ha
sugerido que el funcionamiento familiar tiene un
impacto directo en la aparición y mantenimiento de los
TCA (Betrando & Toffanetti, 2004). Minuchin (1999)
por ejemplo, desarrolló el modelo estructural con
cuatro características influyentes que alientan la
somatización: el aglutinamiento, la sobreprotección, la
rigidez y la falta de resolución de conflictos. Por otro
lado, el modelo circumplejo de Olson (2000), aborda el
funcionamiento familiar, en base a tres dimensiones: 1)
La cohesión se define como el nivel de separación y
proximidad al tiempo compartido, y asimismo, las
familias pueden ubicarse en cinco niveles de cohesión:
desligada, separada, conectada, muy conectada y
aglutinada; donde ambos extremos son perniciosos. 2)
La adaptabilidad, requiere el equilibrio entre el cambio
y la estabilidad, y comprende cinco niveles en los que
se pueden ubicar las familias: rígida, poco flexible,
flexible, muy flexible y caótica; donde los niveles
intermedios son más funcionales que los niveles
extremos. 3) La comunicación familiar entre padres e
hijos, permite el movimiento de las otras dos
dimensiones (Fernández et al., 2015).
Las “familias psicosomáticas” se caracterizan por una
organización y funcionalidad particular, donde su
sintomatología se localiza en los rituales, reglas de
interacción y pautas transgeneracionales que permiten
que el ámbito familiar sea un sistema impermeable y
rígido (Ospina et al., 2017). En las familias funcionales,
en cambio, las reglas sirven como una guía y
orientación de las pautas de interrelación, mientras que
en familias patológicas se usan para mantener el statu
quo y para evitar el cambio (Whitaker & Bumberry,
1998).
Onnis (1996) por su parte, expone tres tipos de
organización familiar que se asocian con los TCA, en
base a las pautas relacionales conocidas como
coaliciones, alianzas y triangulaciones. Estos tipos son:
1) Tipología A, donde el hijo/a está apegado a la madre
y es víctima de un padre ausente que permanece
relativamente periférico a esta coalición. Se relaciona
con la anorexia restrictiva. 2) Tipología B, donde el
hijo/a está apegado al padre y es víctima de una madre
hostil y rechazada. Esta alianza suele ser
frecuentemente disimulada y se asocia con anorexia y
bulimia. 3) Tipología C, donde el hijo/a no está apegado
ni al padre ni a la madre, inclusive puede hacer de
Cevallos Canaza et al.
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
89
péndulo entre ambos. Es frecuente en casos de anorexia
restrictiva.
Sobre las vinculaciones entre los TCA y la
funcionalidad familiar, los estudios de Waller y otros
(1998), revelaron que en las familias de los pacientes
con estos trastornos hay menos cohesión, adaptación
y comunicación familiar, comparadas con personas que
no padecen dichos trastornos. En la investigación de
Leung, Scwartzman y Steiger (1996), también se halló
que las personas con altos puntajes en insatisfacción
corporal provenían de sistemas familiares
disfuncionales, con bajos niveles de adaptabilidad y
cohesión. Otros estudios con muestras de estudiantes
universitarios, reportaron que, si la disfunción familiar
se eleva, también se incrementa el riesgo de padecer
TCA (Cruzat et al., 2008). Asimismo, los resultados del
estudio de Botta y Dumlao (2002) señalan que, si hay
una óptima comunicación entre padres e hijas, se cuenta
con mejores recursos afectivos para afrontar la
aparición del TCA, pero si el afrontamiento es
improductivo, esto contribuye al desencadenamiento de
los trastornos alimenticios.
Por otro lado, se han reportado aspectos diferenciales
en las interacciones familiares en sujetos con síntomas
de anorexia y bulimia, puesto que los sujetos con
anorexia describen a sus familias como cohesivas y
organizadas con una baja tolerancia al conflicto
(Fornari et al., 1999), mientras que los sujetos con
bulimia declaran que sus familias son
significativamente más conflictivas y menos
cohesionadas (Cruzat et al. 2008). Asimismo, los
resultados de la investigación de Fuentes y García
(2015), indicaron que el estilo parental
condescendiente actúa como un factor de protección, en
tanto el estilo autoritario actúa como factor de riesgo.
Por otro lado, la influencia de modelos estéticos
corporales de la sociedad se asocia fuertemente a la
presencia de un TCA (Salazar, 2008). En ese sentido,
se puede observar que la globalización genera nuevos
estándares de belleza y cuidado del aspecto físico y
alimentación lo cual sería potencialmente
desencadenante de estos trastornos (Vargas, 2013). Es
así que autores como Basurte y otros (2011), ponen el
factor sociocultural como etiológicamente relevante al
momento de describir los TCA, ya que sería un
generador de insatisfacción corporal. Siguiendo a
Culbert y otros (2011) dentro de la influencia
sociocultural transmitida a través de los canales de
difusión de información, se tiene que la comparación
social y la internalización del ideal de delgadez puede
generar incluso depresión y problemas de autoestima
en la población adolescente.
En consecuencia, el desarrollo de los estereotipos
corporales está formado por las influencias
socioculturales, las cuales se pueden resumir según
Behar (2010) en: el patrón cultural de la belleza,
estereotipos erróneos sobre la mujer, la clase social, el
modelaje, los medios de difusión y la cultura de la
imagen, la publicidad y el culto narcisista a la imagen
corporal. De este modo, la imagen distorsionada de la
belleza en los anuncios crea una fuerte influencia en las
mujeres, especialmente en las adolescentes, que se
preocupan demasiado por su peso (Bazán & Miño,
2015). Asimismo, son s exigentes e intransigentes
los modelos culturares estéticos respecto a la belleza
femenina que para con la masculina, por ende, la
insatisfacción corporal es más frecuente en las mujeres
(Coleman & Hendry, 2003).
Asimismo, Behar y otros (2005) reportan la
diferenciación entre factores desencadenantes y
mantenedores, siendo los primeros, la edad
adolescente, las malas experiencias en interacciones
sociales; y entre las segundas, las consecuencias físicas
y las cogniciones anoréxicas, así como la disfunción en
la interacción familiar. Debido a todo ello, se puede
concluir que si se quiere realizar una comprensión
profunda de estos trastornos se debe tener en cuenta su
origen biopsicosocial.
A partir de su origen multifactorial, se observa que la
incidencia de estos trastornos ha ido incrementándose,
lo cual genera preocupación para el ámbito científico y
de la salud. Respecto a la epidemiologia, se reporta
según la APA (2014), que alrededor del 90% de las
personas que desarrollan un TCA son mujeres,
asimismo, cabe resaltar que ya desde tiempo atrás,
autores como Sullivan (1995) refieren que estos
trastornos son un problema se salud pública.
En este sentido, Aguinaga y otros (2000) refieren que
las cifras de incidencia en la década de los 60 fue de
0.37%, en los 70 fue de 0.74%, 6.3% en los 80 y en la
década de los 90 pasó a un 3.4% en mujeres de 15 a 29
años. Actualmente, por ejemplo, en países europeos
como España, el 8.8% de adolescentes está en riesgo de
desarrollar un TCA (Guirado, & Ballester, 2005), y con
respecto al contexto estadounidense, la prevalencia de
anorexia y bulimia asciende a un 19% de la población
(Yager, & O’Dea, 2008).
En Latinoamérica, países como Chile tienen un índice
de prevalencia de 8.3% de TCA en jóvenes de 11 a 19
años (Correa et al., 2006). Siguiendo los datos
brindados por el Instituto Nacional de la Salud (2012)
Predictores de los trastornos de conducta alimentaria
Sección: Salud y Psicología
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
90
la anorexia nerviosa afectaría a un 1% de la población
femenina mientras que la bulimia a un 1.9% de la
población femenina siendo ambas más frecuentes en la
adolescencia media y tardía. En el caso de Perú, el
estudio de Ponce y otros (2017), reporta que de una
muestra de 440 estudiantes de primer año de
universidad un 10.1% tiene prevalencia de posible
diagnóstico de TCA.
En este sentido, este incremento progresivo de los casos
de TCA sugiere el estudio de los factores de riesgo en
torno al desarrollo de un trastorno de esta índole.
También es necesario resaltar, que este riesgo de
padecer un TCA viene dado por el sexo y la edad
adolescente (Aguinaga et al., 2000). Estévez (2013)
comenta al respecto, que la alimentación en los
adolescentes es un factor fundamental, para un
adecuado desarrollo a nivel psicológico, social y físico.
Otros autores como Domenech (2005) refieren que
entre los trastornos que pueden sufrir los adolescentes
se encuentran los TCA y que ello requiere de atención
a nivel preventivo y de intervención.
Respecto a la prevención de los TCA, Casado y
Helguera (2008) comentan que los programas actuales
se basan en la información a la población, la
identificación de grupos de riesgo y las intervenciones
sobre los estereotipos. Debido a ello, es necesario el
conocimiento del panorama especifico, así como más
estudios predictivos sobre el tema con el fin de realizar
una prevención más focalizada en los factores con
mayor impacto predictivo. Por otro lado, actualmente
el tratamiento de estos trastornos va de la mano de la
psicoterapia cognitiva y la farmacología antidepresiva.
Siguiendo a Gascón y Migallón (2012), el tratamiento
siempre dependerá de las características específicas del
caso de la paciente, de su gravedad, la historia clínica y
el tipo de síntomas que manifiesta.
De este modo, la presente investigación pretende
analizar cómo impacta la insatisfacción corporal, la
funcionalidad familiar y los modelos estético
corporales en los trastornos de conducta alimentaria en
una muestra representativa de adolescentes peruanas.
En tal sentido, las hipótesis de esta investigación
plantean que:
H1: El grado de insatisfacción corporal en mujeres
adolescentes de Arequipa será moderado alto y se
relaciona con el riesgo de desarrollo del TCA.
H2: Los patrones de funcionamiento familiar en
adolescentes mujeres que indiquen una inadecuada
cohesión y adaptabilidad se relacionan con el riesgo
de desarrollo del TCA.
H3: Una alta percepción de la influencia de modelos
estéticos corporales de la sociedad se relaciona con
el riesgo de desarrollo del TCA.
H4: La variable que tiene mayor potencia predictiva
para el desarrollo del TCA es el funcionamiento
familiar.
Método
Diseño de investigación
El diseño de investigación utilizado en la presente
investigación es asociativo predictivo transversal según
Ato y otros (2013), ya que se pretende analizar, previo
análisis asociativo de las variables de estudio, cuál de
las variables consideradas independientes tiene mayor
efecto predictivo en los trastornos de conducta
alimentaria.
Participantes
Se evaluó a 1131 estudiantes de nivel secundario de la
ciudad de Arequipa de instituciones educativas
públicas y privadas, tomando como criterios de
inclusión que sean mujeres y que tengan edades de 11
a 17 años. Las participantes fueron seleccionadas de
manera intencional mediante la cnica de grupos
intactos según la distribución por grado y sección
correspondiente a cada colegio seleccionado según las
facilidades brindadas para el acceso a la evaluación de
la muestra. Según la edad, el 3.5% de la muestra tiene
11 años, el 13.2% 12 años, el 12.7% 13 años, el 11.1%
14 años, el 16.2% 15 años, el 21.1% 16 años y el 22.2%
17 años. Según el grado que cursan en secundaria, el
14.6% está cursando el primer grado de secundaria, el
17% segundo grado, 17.2% tercer grado, 19.8% cuarto
grado y el 31.4% el quinto grado.
Instrumentos
Body Shape Questionnaire (BSQ). Los autores de esta
prueba que mide la insatisfacción corporal son Cooper
y otros (1987). La prueba consta de 34 ítems en una
escala de respuesta tipo Likert con seis niveles de
“Nunca” (1) a “Siempre” (6). Ha sido validada para el
contexto peruano por Baños y Aguilar (2020), quienes
pusieron a prueba cinco modelos de estructura interna,
y se optó por el modelo bifactorial, que tiene un índice
de confiabilidad de .96 obtenido con la prueba Omega
de McDonald. La dimensión Insatisfacción corporal se
Cevallos Canaza et al.
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
89
compone de 20 ítems y un puntaje de 0 a 58 sugiere un
nivel bajo, mientras que puntajes entre 59 a 120
sugieren un nivel alto. La dimensión Preocupación por
el peso consta de 14 ítems y los puntajes de 0 a 53
sugieren un nivel bajo, mientras que puntajes de 54 a
84 sugieren un nivel alto.
Faces III. Creado por Olson y otros (1985), y adaptado
a la población peruana por Reusche (1994, citado por
Arias, Rivera et al., 2019). Su administración puede ser
individual o colectiva, y comprende 20 ítems con cinco
alternativas de respuesta en una escala tipo Likert de
“Nunca” (1) a “Siempre” (5), distribuidos en dos
dimensiones. La dimensión Cohesión ofrece los
siguientes tipos: desligada (D, 10 a 31 puntos),
separada (S, 32 a 37 puntos), conectada (C, 38 a 43
puntos) y aglutinada (A, 44 a 50 puntos). La dimensión
Adaptabilidad ofrece los siguientes tipos: rígida (R, 10
a 19 puntos), estructurada (E, 20 a 24 puntos), flexible
(F, 25 a 29 puntos) y caótica (C, 30 a 50 puntos) (Olson
y otros, 1983). En la adaptación peruana se utilizó el
método test-retest para calcular la confiabilidad de las
dos dimensiones, con un intervalo de 4 a 5 semanas, y
con índice de .83 para cohesión y .80 para
adaptabilidad.
Cuestionario de Influencia sobre el Modelo Estético
Corporal (CIMEC–26). Creado por Toro, Salamero y
Martínez (1994) en España, cuya finalidad es medir las
influencias culturales y estéticas que se usan para
justificar el adelgazamiento. El cuestionario original
consta de 40 ítems y su puntuación es de 0 a 2 puntos
(“Nunca= 0, “A veces” = 1 y “Siempre” = 2). Está
dividido en cinco dimensiones: Malestar por la imagen
corporal, Influencia de las situaciones sociales,
Influencia de la publicidad, Influencia de los modelos
sociales e Influencia de los mensajes verbales. Se u
la versión adaptada a la población peruana que supuso
la eliminación de ítems debido a que mostraron una
correlación ítem-test baja y una estructura interna de
cuatro factores empleando el AFC mediante el método
de extracción de Componentes Principales con la
rotación Oblimin (Agesto et al., 2017). De este modo,
se evalúan cuatro factores: Angustia por la imagen
corporal (α= .84), Influencia de la publicidad (α= .92),
Influencia de los mensajes verbales (α= .68) e
Influencia de modelos y situaciones sociales (α= 0.79).
Test de Actitudes Alimentarias (Eating Attitudes Test,
EAT–26). Elaborado por Garner y Garfinkel (1979), ha
sido utilizado como instrumento de monitorización
como también para la detección temprana de un TCA.
La prueba consta de 26 ítems distribuidos en tres
factores, con una escala de respuesta tipo Likert de
cuatro niveles: Siempre” = 6, “Casi siempre” = 5,
“Varias veces” = 4, “Algunas veces” = 3, “Casi nunca”
= 2 y Nunca” = 1. En el Perú, Huerta (2004) realizó
validación de la prueba adaptándola a nuestro medio
teniendo como resultado un índice de confiabilidad con
la prueba Alfa de Cronbach de .72. Los factores son
tres. Anorexia, que consta de 12 ítems; cuyos puntajes
de 1 a 15 sugieren que no hay riesgo y puntajes de 16 a
31 indican la presencia de riesgo. Bulimia consta de 6
ítems 3, 4, 9, 18, 21 y 26; cuyos puntajes de 1 a 6 puntos
indican que no hay riesgo y de 7 a 13 que sí hay riesgo.
Control oral consta de 7 ítems; cuyos puntajes de 1 a 9
indican que no hay riesgo y de 10 a 19 que hay riesgo.
Procedimientos
Primeramente, se procedió a presentar las solicitudes
necesarias a las instituciones educativas en donde se
efectuaron las evaluaciones. Cuando las solicitudes
fueron aceptadas se realizó el muestreo mediante la
técnica de grupos intactos según las secciones de cada
grado correspondiente a las instituciones educativas
involucradas. Luego se coordinó con los tutores de
acuerdo al grado y sección sobre los horarios
disponibles de las alumnas. Ya realizado el muestreo se
explicó a las secciones seleccionadas el propósito del
estudio y se solicitó la firma del consentimiento
informado por los padres de cada una de las alumnas.
Cuando ellas tuvieron firmado el consentimiento
informado se procedió a presentarles el asentimiento
informado y posteriormente se aplicó las evaluaciones
durante las cuales se fue guiando y absolviendo
interrogantes.
Análisis de datos
Concluida esta etapa se realizó la tabulación de datos y
el procesamiento estadístico correspondiente. Se
codificaron los datos en una plantilla de Excel para
posteriormente hacer los análisis de los estadísticos
descriptivos mediante la prueba Chi cuadrado con cada
variable y finalmente realizar el análisis de regresión.
Todas estas pruebas se llevaron a cabo utilizando el
software estadístico SPSS versión 22.0.
Resultados
Predictores de los trastornos de conducta alimentaria
Sección: Salud y Psicología
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
88
Los estadísticos descriptivos de la Imagen corporal que
se presentan en la Figura 1 indican que el 35.4% no
muestra una preocupación marcada por la imagen
corporal, el 6.5% refiere una leve preocupación, el
44.3% muestra una moderada preocupación por la
imagen corporal y el 13.9% una alta preocupación por
la imagen corporal.
Figura 1.
Resultados globales de la evaluación en imagen corporal
Nota: Resultados en frecuencias y porcentajes
En la Figura 2, se aprecia que con respecto a las
dimensiones de la variable Imagen corporal, el factor
Insatisfacción corporal el 61.1% de las estudiantes
presenta niveles altos mientras que solo un 38.9%
refiere una baja insatisfacción corporal. En cuanto a la
dimensión Preocupación por el peso, encontramos que
un 80.3% presenta en un nivel bajo mientras que el
19.7% presenta una alta preocupación por el peso.
Figura 2.
Resultados de la evaluación de las dimensiones de la imagen corporal
Nota: Resultados en frecuencias y porcentajes
A continuación, se analizaron los datos descriptivos en
torno a la influencia de los modelos estéticos corporales
en la percepción de la imagen corporal y su relación con
el riesgo de TCA. En la Figura 3 se aprecia que el
44.3% presenta una moderada influencia de los
modelos estético corporales en su imagen corporal, el
28.3% un bajo riesgo y un 27.4% una influencia alta.
400
73
501
157
35,4
6,5
44,3
13,9
No preocupada por la
imagen corporal
Leve preocupación por la
imagen corporal
Moderada preocupación
por la imagen corporal
Alta preocupación por la
imagen corporal
Frecuencia Porcentaje
440
38,9
908
80,3
690
61,1
221
19,7
Frecuencia Insatisfacción
corporal
Porcentaje Insatisfacción
corporal
Frecuencia Preocupación
por el peso
Porcentaje Preocupación
por el peso
Bajo Alto
Cevallos Canaza et al.
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
89
Figura 3.
Influencia de modelos estético corporales
Nota: Resultados en frecuencias y porcentajes
Seguidamente se muestra en la Tabla 1 que no existe
una relación estadísticamente significativa entre el
riesgo de TCA y la insatisfacción corporal 2= 0.378;
p= .539). Se observa que la mayoría de evaluadas que
no tiene riesgo de TCA (59.7%) o que tiene un alto
riesgo del mismo (61.5%) presenta una alta
insatisfacción corporal.
Tabla 1.
Insatisfacción corporal y riesgo de TCA
Insatisfacción corporal Baja Alta Total
Riesgo de TCA
No hay riesgo 131
40.3%
194
59.7%
325
100%
Alto riesgo 309
38.3%
496
61.5%
806
100%
Total 440
38.9%
690
61%
1131
100%
Nota:
En la Tabla 2 se aprecia que existe una relación
estadísticamente significativa entre el riesgo de TCA y
la cohesión familiar 2= 21.546; p< .001). Es aque
un alto riesgo de TCA se presenta mayormente en
aquellas adolescentes que provienen de familias
separadas (59.7%) o desligadas (23.1%).
Tabla 2.
Cohesión y riesgo de TCA
Cohesión Total
Desligada Separada Conectada Aglutinada
Riesgo de TCA
No hay riesgo 109
33.5%
186
57.2%
30
9.2%
0
0%
325
100%
Alto riesgo 186
23.1%
481
59.7%
129
16%
10
1.2%
806
100%
Total 295
26.1%
667
59%
159
14.1%
10
0.9%
1131
100%
Nota:
320
501
310
28,3 44,3 27,4
0
100
200
300
400
500
600
Bajo Medio Alto
Frecuencia Porcentaje
Predictores de los trastornos de conducta alimentaria
Sección: Salud y Psicología
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
88
En la Tabla 3, se aprecia que el riesgo de TCA y la
adaptabilidad familiar están relacionadas entre
significativamente 2= 11.354; p= .003), siendo así que
las evaluadas con un alto riesgo de TCA mayormente
provienen de familias caóticas (89.5%).
Tabla 3.
Adaptabilidad y riesgo de TCA
Adaptabilidad Total
Estructurada Flexible Caótica
Riesgo de TCA
No hay riesgo 4
1.2%
53
16.3%
268
82.5%
325
100%
Alto riesgo 3
0.4%
82
10.2%
721
89.5%
806
100%
Total 7
0.6%
135
11.9%
989
87.4%
1131
100%
Nota:
Resultados en frecuencias y porcentajes
En la Tabla 4 se observa que no existe una relación
entre la influencia de los modelos estético corporales y
el riesgo de TCA (χ2= 2.014; p= .365). Se observa
también que tanto aquellas personas que no tienen
riesgo de TCA (41.2%) como aquellas con un alto
riesgo (45.5%) presentan mayormente un nivel medio
de influencia de modelos estético corporales.
Tabla 4.
Influencia de modelos estéticos corporales y riesgo de TCA
Influencia de los modelos estético
corporales Total
Baja Media Alta
Riesgo de TCA
No hay riesgo 100
30.8%
134
41.2%
91
28.0%
325
100%
Alto riesgo 220
27.3%
367
45.5%
219
27.2%
806
100%
Total 320
28.3%
501
44.3%
310
27.4%
1131
100%
Nota:
Resultados en frecuencias y porcentajes
Respecto al impacto de la insatisfacción corporal, el
funcionamiento familiar y la influencia de los modelos
estéticos corporales, sobre el riesgo de desarrollar un
TCA, formulamos un modelo predictivo en el que luego
de realizar los filtros correspondientes tomando como
variables independientes a las variables antes
mencionadas, solo quedaron dos con potencia
predictiva sobre el riesgo de TCA.
En la Tabla 5, se aprecian las dos variables que
quedaron en el modelo de regresión propuesto, que son
tanto cohesión como adaptabilidad, ambas dimensiones
de la funcionalidad familiar, las que tienen poder
predictivo sobre el riesgo de desarrollar un TCA.
Siendo así que aquellas adolescentes que provienen de
familias conectadas tienen 2.24 más probabilidades de
tener riesgo de TCA que aquellas que provienen de
familias desligadas (p= .001).
Cevallos Canaza et al.
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
89
Tabla 5.
Modelo de regresión logístico
OR Wald p 95% C.I. para OR
Inferior Superior
Cohesión
familiar
Desligada (variable de contraste)
1
10.634
.014
Separada
1.366
3.600
.058
.990
1.885
Conectada
2.238
10.512
.001
1.375
3.643
Aglutinada
8375174
.000
.999
.000
-
Adaptabilidad familiar
Estructurada (variable de contraste)
1
3.644
.162
Flexible
2.194
.997
.318
.469
10.262
Caótica
2.944
1.959
.162
.649
13.359
Constante
274.469
.000
.999
Nota:
Resultados en frecuencias y porcentajes
Discusión
Identificar o tratar de señalar las causas de un TCA
deriva en el análisis de los factores potencialmente
riesgosos para su aparición y desarrollo (Gismero,
2020). Autores como Cervera y otros (2003), resaltan
la importancia de algunos rasgos emocionales y de
personalidad como el perfeccionismo, un patrón de
emociones negativas, algunos síntomas depresivos, un
bajo nivel de autoestima y estilos de afrontamiento
inadecuados para el desarrollo de un TCA; que incluso
podrían asociarse con el riesgo de intento de suicidio
(Gonzalez-Fuentes & Andrade, 2013). Evidentemente,
tampoco pueden dejarse de lado aspectos biológicos,
genéticos y hereditarios para el desarrollo de los TCA.
Culbert y otros (2011) por ejemplo, calcularon que en
la etapa de la adolescencia las modificaciones y
variaciones genéticas, tanto biológicas como
psicológicas, son causantes del 50% al 85% de los
factores de riesgo para el desarrollo de un TCA.
En el presente estudio, se han considerado tres variables
que son frecuentemente reportadas en la literatura
especializada como determinantes en el desarrollo de
los TCA: la insatisfacción corporal, el funcionamiento
familiar y la influencia social de los modelos estéticos
corporales (Ruíz et al., 2013; Toro, 2004). En primer
lugar, con respecto a la insatisfacción con la imagen
corporal, el 44.3% de las participantes muestra
preocupación moderada por la imagen corporal y un
13.9% manifiesta una alta preocupación con respecto a
esta variable. En ese sentido, un estudio reciente ha
reportado que 58.1% de las mujeres jóvenes
sobrestiman su IMC, lo cual se asocia con la
insatisfacción de la imagen corporal (Acuña et al.,
2020). En Perú, Martínez y otros (2003), han
encontrado que un 85.7% de una muestra representativa
de adolescentes de Lima desean tener un peso inferior
al normal para su talla. Sin embargo, se ubican por
debajo de los hallazgos de otro estudio realizado en la
ciudad de Arequipa, en el que se reportó que un 34.8%
de una muestra de 258 adolescentes tenía preocupación
por su peso con niveles moderados y altos luego de
aplicar el BSQ (Vela & Velero, 2014). Se aprecia
también que el 61.5% de las participantes presenta un
elevado nivel de insatisfacción corporal y un alto riesgo
de desarrollo de un TCA, aunque no se han encontrado
asociaciones significativas, lo cual supone rechazar la
primera hipótesis.
Por otro lado, en cuanto a los patrones de
funcionamiento familiar, la dimensión cohesión indica
que predominan familias separadas, en las cuales los
límites internos y externos son semi-abiertos y priman
las decisiones individuales sobre las familiares (Olson,
2000). La dimensión de adaptabilidad denota que
priman las familias caóticas, es decir, hay falta de
responsabilidad, límites y las normas cambian
constantemente (Olson et al., 1983). Asimismo, el
59.7% de la muestra que percibe a sus familias como
separadas manifiestan un alto riesgo de desarrollo de
TCA, mientras que el 89.5% de las adolescentes que
perciben a sus familias con una adaptabilidad caótica
tienen un alto riesgo de desarrollo de un TCA. Por ende,
los resultados obtenidos confirman nuestra segunda
hipótesis y coinciden con una larga línea de
investigaciones que postulan que un inadecuado
equilibrio tanto en cohesión como adaptabilidad
generarían escenarios de riesgo potencial para el
desarrollo de TCA (Vidovic et al., 2005; Waller et al.,
1988).
Por ejemplo, Avalos y Samada (2020) reportaron que
el 56% de las adolescentes con anorexia nerviosa
califican a sus familias como desunidas, mientras que
el 50% de quienes tienen bulimia perciben una baja
cohesión familiar, poca armonía y falta de
Predictores de los trastornos de conducta alimentaria
Sección: Salud y Psicología
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
88
comunicación. Abordando la dimensión de
adaptabilidad, se puede mencionar a Botta y Dumlao
(2002) que coinciden en que la falta de adaptación
adecuada a los conflictos y la ausencia de una
comunicación sana y abierta en las familias, puede
propiciar la aparición de TCA agravando las conductas
alimentarias de riesgo. Cruzat y otros (2008) enfatizan
que las “familias anoréxicas” se caracterizan por la
evitación de conflictos, lo que ocasiona el
mantenimiento de la sintomatología e incrementa la
falta de conciencia de la enfermedad por parte de la
paciente.
Por otro lado, también se ha señalado que las familias
sobreprotectoras y autoritarias, que obstaculizan la
independencia de los hijos, son más propensas a la
aparición de TCA (Silva & Sánchez-Sosa, 2006).
Según Fuentes y García (2015), un estilo parental
negligente actuaría como un factor de riesgo, ya que, si
los padres no se involucran en la crianza ni las
relaciones sociales de los hijos, estos estarían más
indefensos. Selvini y otros (1990) postulan que las
familias con anorexia nerviosa se caracterizan por
problemas de comunicación y padres que no
representan un rol de liderazgo ante los conflictos.
Vásquez y otros (2010), concluyeron en su estudio, que
las adolescentes que tenían presunción diagnóstica de
TCA percibían a sus familias como menos expresivas y
que primaba la actuación sobre la conexión. Asimismo,
otro mecanismo en el que actúa la familia sobre los
TCA es el modelado, pues un estudio reciente ha
reportado que la insatisfacción corporal de las madres
y la influencia de los modelos estético corporales se
correlacionan positivamente con los puntajes obtenidos
en estas mismas variables por sus hijas, quienes además
perciben a sus madres como afectivamente frías e
indiferentes (Cavieres et al., 2019).
Precisamente, se encontró también la influencia de los
modelos estéticos corporales en los TCA. Según
Álvarez y otros (2007) los factores socioculturales
determinan los estándares de belleza exaltando la
delgadez y el culto al cuerpo. En este estudio se
encontró que el 44.3% evidencia una moderada
influencia de los modelos estéticos corporales en la
percepción de la imagen corporal, y que el 27.4%
refleja un elevado nivel de influencia de estos modelos
corporales. Con estos resultados podemos decir, que, en
nuestro entorno, existen presiones sociales para la
mujer, sobre el peso y la imagen corporal, que les
impele a seguir pautas de alimentación restrictivas que
van s allá de un adecuado cuidado de la salud
(Rivarola & Penna, 2006). Sin embargo, otro estudio
realizado en Arequipa, con 2763 escolares de sexo
femenino, reportó que, si bien la severidad de los
síntomas de los TCA se relaciona con la exposición a
los medios de comunicación, se encuentra mediada por
el nivel socioeconómico, siendo más afectadas las
adolescentes de estratos económicos más bajos
(Delgado, 2010).
También encontramos que un 45.5% de la muestra
presenta una moderada influencia de los MEC y un alto
riesgo de TCA, mientras que el 27.2% tiene una alta
influencia de modelos estéticos corporales y alto riesgo
de TCA, pero sin alcanzar la significancia estadística,
lo que no confirma la tercera hipótesis. Sobre este
aspecto, Lucciarini y otros (2021), señalan que, a partir
de la difusión del modelo estético corporal a través de
las redes sociales, son principalmente las adolescentes
quienes hacen grandes esfuerzos por alcanzarlos o
imitarlos. Por ejemplo, Lazo y otros (2015) evaluaron a
483 escolares limeños de entre 12 a 17 años de colegios
privados y públicos, hallando que a mayor influencia
de los medios de comunicación existe mayor
probabilidad de riesgo de padecer TCA. En el mismo
contexto, Agesto y otros (2017) utilizando el CIMEC,
reportaron que la relación entre las dimensiones de
influencias del modelo estético y la variable de
insatisfacción corporal, son positivas y significativas.
De igual modo, Ponce y otros (2017) dieron a conocer
que dos fuertes predictores para el riesgo de desarrollar
un TCA en universitarios limeños, son la influencia de
los anuncios televisivos de productos para adelgazar y
la influencia de la imagen corporal de modelos de
pasarela.
Finalmente, a partir del análisis de regresión se obtuvo
como resultado que solo la cohesión familiar tiene
potencia predictiva en el riesgo de padecer un TCA, es
decir, que las participantes que perciben a sus familias
como menos integradas tienen mayor posibilidad de
desarrollar un TCA, confirmando lo que postula la
psicopatología alimentaria sobre su asociación con la
presencia de ambientes familiares desfavorecedores
para el desarrollo óptimo del individuo (Davis et al.,
2004). Al respecto, Begovac y otros (2005) reportaron
que las adolescentes con riesgo de TCA percibían a sus
familias como escasamente unidas y a su vez, resaltaron
la poca comunicación con sus madres. Este tema
también ha sido abordado desde el Modelo
Circumplejo de Olson en el que se mencionan las
relaciones diádicas como factores a tratar a profundidad
en el abordaje de estos trastornos (Olson et al., 1983).
Desde la perspectiva familiar sistémica, se propone que
si el adolescente identificado como “enfermo” cumple
Cevallos Canaza et al.
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
89
la función de ser un mecanismo regulador para
mantener la homeostasis familiar entonces se requiere
que siga enfermo; por ende, cualquier cambio va a
perjudicar el equilibrio del sistema patológico familiar
(Ospina et al., 2017). Por otro lado, Botta y Dumlao
(2002) indican que es la falta de comunicación y la
carencia de lazos familiares seguros, lo que hace
vulnerables a las adolescentes ante la información de su
medio relacional.
De igual forma, en el contexto peruano, Rosas (2017)
reportó que hay una relación estadísticamente
significativa entre los TCA y la dinámica familiar. En
el ámbito local, Aguilar (2019), halló que hay una
relación estadísticamente significativa entre el riesgo
de TCA y el funcionamiento familiar. Siguiendo los
resultados obtenidos, se puede decir entonces que la
cuarta hipótesis queda confirmada y se llega a la
conclusión que los adolescentes le otorgan un papel
fundamental a la autopercepción que tienen sobre su
propia imagen corporal, y que va a estar influenciada
por el contexto sociocultural del adolescente, siendo
esenciales las interacciones en el seno familiar.
Asimismo, el hecho de que hay un elevado grado de
insatisfacción corporal que ronda el 60% de la muestra,
así como una moderada influencia de modelos estéticos
corporales en el 44.3% de las participantes nos da un
panorama en el que se deben implementar programas
de prevención de los TCA en los colegios públicos y
privados evaluados, así como en otros centros
escolares. En ese sentido, sería importante el diseño y
ejecución de programas basados en modelos eficaces
para la prevención de los TCA (Zagalaz et al., 2002),
que refuercen la autoaceptación (Gonzalez-Fuentes &
Andrade, 2013) y fomenten hábitos alimentarios
saludables (Guirado & Ballester, 2005). Atambién,
se debería realizar tamizajes permanentes para valorar
la incidencia de los TCA y detectar los casos de mayor
riesgo, mediante diversas técnicas de evaluación,
individuales y colectivas, según sea el caso; prestando
singular atención a las quejas somáticas y las
alteraciones metabólicas (Álvarez et al., 2014), ya que
los TCA tienen múltiples implicancias para la salud,
que ponen en riesgo incluso la vida de las personas
afectadas (Peña, 2020).
De igual manera, se podrían implementar talleres
orientados a fortalecer la integración familiar,
eliminando las alianzas, coaliciones y triangulaciones;
mediante el establecimiento de límites, roles y
funciones claras, acordes con la estructura y dinámica
familiar en los casos con mayor riesgo de TCA
(Minuchin & Fishman, 1996). El establecimiento de
rutinas familiares en torno a la alimentación es otra
forma de abordar esta problemática y enriquecer los
lazos afectivos que brindan soporte emocional a los
hijos. Aguaded y otros (2014) mencionan, por ejemplo,
que comer en familia disminuye las conductas
compensatorias de los pacientes, y Marmo (2014)
menciona que los sistemas de apoyo tanto social y
familiar son favorables porque proporcionan una
adecuada seguridad emocional Todo ello, ayudaría a
formar un self s diferenciado en los adolescentes, a
partir del funcionamiento familiar (Fiorini et al., 2021),
de modo que una identidad personal mejor integrada,
sólidamente constituida y emocionalmente madura,
derive en una autopercepción física saludable que
permita reducir el riesgo de TCA a través de una
adecuada satisfacción corporal.
Finalmente, cabe mencionar que, a pesar de algunas
limitaciones, como, por ejemplo, la selección
intencional de la muestra, el análisis categorial de los
datos descriptivos (Rabadán et al., 2001), o la
percepción unilateral sobre las relaciones familiares
que en este caso nos brindan las adolescentes evaluadas
(Blodgett & Gondoli, 2011); el presente estudio busca
ahondar s en el tema de los TCA y da pie a seguir
investigando más a fondo los factores asociados a su
origen y desarrollo. Además, constituye un antecedente
importante para el análisis y la discusión de una
problemática que afecta la salud de las adolescentes
peruanas, y particularmente arequipeñas.
Referencias
Acuña, V., Niklitschek, C., Quiñones, A., & Ugarte,
C. (2020). Insatisfacción de la imagen corporal y
estado nutricional en estudiantes universitarios.
Revista de Psicoterapia, 31(116), 279-294.
https://doi.org/10.33898/drp.v31i116.344
Agesto, J., Barja, B., & Santillán, A. (2017).
Influencia del modelo estético e insatisfacción
corporal en adolescentes mujeres de una
institución educativa estatal de Lima. Revista
Científica de Ciencias de la Salud, 10(1), 9-15.
Aguaded, M. J., Álvarez, L., & Ezquerra, M. (2014).
La alimentación familiar, Influencia en el
desarrollo y mantenimiento de los trastornos de
Predictores de los trastornos de conducta alimentaria
Sección: Salud y Psicología
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
88
la conducta alimentaria. Trastornos de la
Conducta Alimentaria, 19, 2051-2069.
Aguilar, N. (2019). Relación entre funcionamiento
familiar y el riesgo de trastornos de la conducta
alimentaria en estudiantes adolescentes
preuniversitarios Arequipa 2019. (Tesis de
Licenciatura de Medicina). Universidad Nacional
de San Agustín, Arequipa, Perú.
Aguinaga, M., Fernández, J., & Varo, R. (2000).
Trastornos de la conducta alimentaria: revisión y
actualización. Anales del Sistema Sanitario de
Navarra, 23(2).
https://recyt.fecyt.es/index.php/ASSN/article/vie
w/6930
Alvarado, N., & Silva, C. (2014). Funciones ejecutivas
y sintomatología asociada con los trastornos de
la conducta alimentaria. Revista
Latinoamericana de Psicología, 46(3), 189-197.
Álvarez, G., Nieto, M. L., Mancilla, J. M., Vázquez,
R., & Ocampo, M. T. (2007). Interiorización del
ideal de delgadez, imagen corporal y
sintomatología de trastorno alimentario en
mujeres adultas. Psicología y Salud, 17(2), 251-
260. https://doi.org/10.25009/pys. v17i2.709
Álvarez, M. A., Hernández, M. R., Jiménez, M., &
Durán, A. (2014). Estilo de vida y presencia de
síndrome metabólico en estudiantes
universitarios. Diferencias por sexo. Revista de
Psicología, 32(1), 121-138.
Arias, W. L., Quispe, J. N., Ceballos, K. D., & Núñez,
A. L. (2019). Body dissatisfaccion, stressful life
events and coping styles in models from Lima
(Peru). EC Nutrition, 14(12), 1-12.
Arias, W. L., Rivera, R., Laurie, P., & Ceballos, K. D.
(2019). Propiedades psicométricas dela Escala de
Satisfacción Familiar de Olson y Wilson en
estudiantes universitarios. Perspectiva de
Familia, 4, 47-66.
Asociación Americana de Psiquiatría (2014). Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales DSM-5. Editorial Médica
Panamericana.
Ato, M., López, J., & Benavente, A. (2013). Un
sistema de clasificación de los diseños de
investigación en Psicología. Anales de
Psicología, 29(3), 1038-1059.
https://doi.org/10.6018/analesps.29.3.178511
Avalos, M. V., & Samada, Y. (2020). Funcionamiento
familiar y trastornos en la conducta alimentaria
de los adolescentes. Didáctica y Educación,
11(6), 1-26.
Baños, J., & Aguilar, K. (2020). Body Shape
Questionnaire (BSQ): estructura factorial y
fiabilidad en universitarios peruanos. Avances en
psicología, 28(2), 269-278.
https://doi.org/10.33539/avpsicol.v28n2.2254
Basurte, V., Sevilla, V., & Holguera, O. (2011).
Trastornos de la conducta alimentaria. Medicina,
10(86), 5817-5824.
Bazán, C., & Miño, R. (2015). La imagen corporal en
los medios de comunicación masiva.
Psicodebate, 15(1), 1515-1251.
Bazo-Alvarez, J. C., Bazo-Alvarez, O. A., Aguila, J.,
Peralta, F., Mormontoy, W., & Benett, I. M.
(2016). Propiedades psicométricas de la Escala
de Funcionalidad Familiar FACES-III: Un
estudio en adolescentes peruanos. Revista
Peruana de Medicina Experimental y Salud
Pública, 33(3), 462-
470. https://dx.doi.org/10.17843/rpmesp.2016.33
3.2299
Begovac, I., Mahnik, M., & Tocilij, G. (2005).
Perceived family cohesion, adaptability and
communication in eating disorders. European
Eating Disorders Review, 13, 19-28.
https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/e
rv.615
Behar, R. (2004). Consumo de alcohol y trastornos de
la conducta alimentaria: evidencia, similitudes e
implicancias. Revista Chilena de
Neuropsiquiatría, 42 (3), 183-194.
Behar, R. (2010). La construcción cultural del cuerpo:
el paradigma de los trastornos de la conducta
alimentaria. Revista Chilena de
Neuropsiquiatría, 48(4).
https://doi.org/10.4067/S0717-
92272010000500007
Behar, R. (2018). Trastornos alimentarios en mujeres
adultas (maduras). Revista Chilena de
Neuropsiquiatría, 56(3), 177-185.
Behar, R., Arriagada, M., & Casanova, D. (2005).
Trastornos de la conducta alimentaria y
trastornos afectivos: Un estudio comparativo.
Revista Médica de Chile, 133, 1407-1414.
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_artt
ext&pid=S0034-98872005001200001
Betrando, P., & Toffanetti, D. (2004). Historia de la
terapia familiar. Los personajes y las ideas.
Paidós.
Blodgett, E., & Gondoli, D. (2011). A 4-year
longitudinal investigation of the processes by
which parents and peers influence the
Cevallos Canaza et al.
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
89
development of early adolescent girls’ bulimic
symptoms. Journal of Early Adolescence, 31(3),
390-414.
Borrego, H. (2000). Tratamiento de los trastornos de
la conducta alimentaria: Anorexia y bulimia.
Información y Terapéutica del Sistema Nacional
de Salud, 24(2), 44-50.
Botta, R., & Dumlao, R. (2002). How do conflict and
communication patterns between fathers and
daughters contribute to or offset eating
disorders? Health Communication, 14(2), 199-
219.
https://doi.org/10.1207/S15327027HC1402_3
Casado, M., & Helguera, M. (2008). Prevención de los
trastornos de alimentación. Un primer programa
de prevención en dos fases. Clínica y Salud,
19(1), 5-26.
Cavieres, S., Cruzat-mandich, C., Lizana, P., Behar,
R., & Díaz-Castrillón, F. (2019). Vínculo madre-
hija y su relación con insatisfacción corporal,
modelos estéticos y conductas alimentarias.
Revista Chilena de Neuropsiquiatría, 57(4), 329-
340.
Cervera, G., Lahortiga, R., Martínez, L., Irala, J., &
Alonso, A. (2003) Los trastornos del
comportamiento alimentario en España:
¿Estamos preparados para hacerles frente desde
la salud pública? Gaceta Sanitaria, 17(5), 347-
350.
Coleman, J., & Hendry, L. (2003). Psicología de la
Adolescencia. Morata.
Cooper, P. J., Taylor, M. J., Cooper, Z., & Fairburn,
C. G. (1987). The development and validation of
the Body Shape Questionnaire. Eating disorders,
6(4), 485-494. https:doi.org/10.1002/1098-108X
(198707)
Correa, M., Zubarew, T., Silva, P., & Romero, M.
(2006). Prevalencia de riesgo de trastornos
alimentarios en adolescentes mujeres escolares
de la región metropolitana. Revista Chilena de
Pediatría, 77(2). https://doi.org/10.4067/S0370-
41062006000200005
Cruzat, C., Marzolo, P., Melipillan, R. & Ramírez, P.
(2008). Trastornos alimentarios y
funcionamiento familiar percibido en una
muestra de estudiantes secundarias de la Comuna
de Concepción, Chile. Psykhe, 17(1), 81-90.
Culbert, K., Racine, S., & Klump, K. (2011). The
Influence of Gender and Puberty on the
Heritability of Disordered Eating Symptoms.
Current Topics in Behavioral Neurosciences, 6,
177-85.
Davis, C., Shuster, B., Blackmore, E., & Fox, J.
(2004). Looking Good- Focus family on
appearance and the risk for eating
disorders. International Journal of Eating
Disorders, 35, 136-144.
https://doi.org/10.1002/eat.10250
Delgado, A. C. (2010). Severidad de síntomas de
trastornos alimenticios, estrato socioeconómico y
exposición a los medios de comunicación.
Revista de Psicología (UCSM), 7, 33-49.
Domenech, E. (2005). Actualizaciones en psicología y
psicopatología de la adolescencia. Bellaterra.
Estévez, E. (2013). Los problemas en la adolescencia:
Respuestas y sugerencias para padres y
educadores. Editorial Síntesis, S. A.
Fairburn, C., Cooper, Z., Doll, H., & Welch, D.
(1999). Identifying dieters who will develop an
eating disorder: a prospective, population-based
study. American Journal of Psychiatry, 162(12),
49-55.
Fernández, M., Masjuan, N., Costa, D., & Cracco, C.
(2015). Funcionamiento familiar y trastornos de
la conducta alimentaria: Una investigación desde
el modelo circumplejo. Ciencias Psicológicas, 9,
153-162.
Fiorini, M. C., Patta, M., Guisso, L., & Crepaldi, M.
A. (2021). Impacto del funcionamiento familiar
na diferenciação do self de universitários
brasileiros. Revista de Psicología, 39(2), 909-
931. https://doi.org/10.18800/psico.202102.014
Fornari, V., Wlodarczyk-Bisaga, K., Matthews, M.,
Sandberg, D., Mandel, F., & Katz, J. L. (1999).
Perception of family functioning and depressive
symptomatology in individuals with anorexia
nervosa or bulimia nervosa. Comprehensive
Psychiatry, 40(6), 434-441.
https://doi.org/10.1016/S0010-440X(99)90087-1
Franco, K., Díaz, F., Jesús. D., López, A., Escoto, M.,
& Camacho, J. (2013). Variables predictoras de
riesgo de trastorno del comportamiento
alimentario en mujeres. Terapia Psicológica,
31(2), 219-225.
Fuentes, M., & García, O. (2015). Influencia de la
socialización familiar en la satisfacción con la
imagen corporal en los adolescentes españoles.
Universidad de Valencia.
Garner, D. M., & Garfinkel, P. E. (1979). The Eating
Attitudes Test: An index of the symptoms of
anorexia nervosa. Psychological Medicine, 9(2),
Predictores de los trastornos de conducta alimentaria
Sección: Salud y Psicología
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
90
273-279.
https:doi.org/10.1017/s0033291700030762
Gascón, P., & Migallón, P. (2012). Trastornos de la
alimentación. Instituto Nacional de la Salud
Mental, 3-17.
http://ipsi.uprrp.edu/opp/pdf/materiales/eating-
disorders_esp.pdf
Gismero, M. (2020). Factores de riesgo psicosociales
en los Trastornos de la Conducta Alimentaria:
Una revisión y algunas consideraciones para la
prevención y la intervención. Revista de
Psicoterapia, 31(115), 33-47.
Gómez, A., Sánchez, B. & Mahedero, M. (2013).
Insatisfacción y distorsión de la imagen corporal
en adolescentes de doce a diecisiete años de
edad. Ágora para la Educación Física y el
Deporte, 15(1), 54-63.
Gómez, G., Acosta, V., Gorischnik, R., Cuevas, C.,
Pineda, G., Platas, R., Guzmán, R., & León, R.
(2013). Un estudio preliminar de los factores
predictores de la conducta de atracón en tres
culturas: México, Argentina y España. Revista
Mexicana de Trastornos Alimentarios, 4(2), 68-
78.
Gonzalez-Fuentes M. B., & Andrade, P. (2013). Auto-
aceptación como factor de riesgo para el intento
de suicidio en adolescentes. Salud & Sociedad,
4(1), 26-35.
Guirado, M. C., & Ballester, R. (2005). Relación entre
conductas alimentarias anómalas y otros hábitos
de salud. Anales de Psicología, 21(1), 58-65.
Huerta, A. (2004). TCA en los postulantes del
Concurso Extraordinario de la UNSA (Tesis de
Doctorado). Universidad Nacional de San
Agustín, Arequipa, Perú.
Instituto Nacional de la Salud (2012). Trastornos de la
alimentación. www.nimh.nih.gov
Lazo, Y., Quenaya, A., & Mayta, P. (2015). Influencia
de los medios de comunicación y el riesgo de
padecer trastornos de la conducta alimentaria en
escolares mujeres en Lima, Perú. Archivos
Argentinos de Pediatría, 113(6), 519-525.
Leung, F., Schwartzman, A. & Steiger, H. (1996).
Testing a dual process family model in
understanding the development of eating
pathology: A structural equation modeling
analysis. International Journal of Eating
Disorders, 20, 364-375.
Lucciarini, F., Losada, A. V., & Moscardi, R. (2021).
Anorexia y uso de redes sociales en adolescentes.
Avances en psicología, 29(1), 33-45.
https://doi.org/10.33539/avpsicol.2021.v29n1.23
48
Maganto, C., & Cruz, S. (2002). La insatisfacción
corporal como variable explicativa de los
trastornos alimenticios. Revista de Psicología,
20(2), 197-223.
Marmo, J. (2014). Estilos parentales y factores de
riesgo asociados a la patología alimentaria.
Avances en Psicología, 22(2).
https://doi.org/10.33539/avpsicol.
2014.v22n2.183
Martínez, P., Zusman, L., Hartley, J., Morote, R., &
Calderón, A. (2003). Estudio epidemiológico de
los trastornos alimentarios y factores asociados
en Lima Metropolitana. Revista de Psicología
(PUCP), 21(2), 233-269.
Mayer, L., & Walsh, B. (1998). The use of selective
serotonin reuptake inhibitors in eating disorders.
The Journal of Clinical Psychology, 59(15), 28-
34.
Minuchin, S. (1999). Familias y terapia familiar.
Gedisa.
Minuchin, S. & Fishman, H. Ch. (1996). Técnicas de
terapia familiar. Paidos.
Molina, M. F., & Raimundi, M. J. (2011). Predictores
de la autoestima global en niños de escuela
primaria de la ciudad de Buenos Aires.
Diferencias en función del sexo y la edad.
Revista Argentina de Ciencias del
Comportamiento, 3(3), 1-7.
Montecinos, C., Saldaña, C., Beyle, C., Andrés, A.,
Moya, R., & Véliz, O. (2018). Insatisfacción
corporal y comportamientos anómalos en una
muestra comunitaria de adultos chilenos. Revista
Mexicana de Trastornos Alimentarios, 9(1).
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_
arttext&pid=S2007-15232018000100057
Moreno, J. H., Espada, J. P., & Gómez, M. I. (2020).
Role of parenting styles in internalizing,
externalizing, and adjustment problems in
children. Salud Mental, 43(2), 73-84.
https://doi.org/10.17711/SM.0185-
3325.2020.011
Neumark-Sztainer, D., Wall, M., Haines, J., Story, M.,
Sherwood, N., & van den Berg, P. (2007).
Shared risk and protective factors for overweight
and disordered eating in adolescents. American
Journal of Preventive Medicine, 33(5), 359-369.
https://doi.org/10.1016/j.amepre.2007.07.031
Cevallos Canaza et al.
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
91
Olson, D. (2000). Circumplex model of marital and
family systems. Family Therapy, 22(2).
https://doi.org/10.1111/1467-6427.00144
Olson, D., Portner, J., & Lavee, Y. (1985). Manual de
la Escala de Cohesión y Adaptabilidad Familiar
(FACES III Manual). Life Innovation.
Olson, D., Russell, C., & Sprenkle, D. (1983).
Circumplex model of marital and family system.
Family Process, 22, 69-83.
Ospina, M., Bolaños, C., & Salazar, D. (2017).
Trastorno de la conducta alimentaria en la
adolescencia: una metáfora interrelacional de la
familia. Revista Latinoamericana de Estudios de
Familia, 9, 165-180.
Peña, V. M. (2020). Complicaciones médicas de los
pacientes con trastornos alimentarios y de la
ingestión de alimentos. Revista de Psicoterapia,
31(115), 115-128.
https://doi.org/10.33898/drp.v31i115.336
Pérez, M., Gual, P., Irala, J., Martínez, M., &
Lahortiga, F. (2000) Prevalencia de trastornos de
la conducta alimentaria (TCA) en las
adolescentes navarras. Medicina Clínica, 114,
481-486.
Ponce, C., Turpo, K., Salazar, C., Viteri, L.,
Carhuancho, J., & Taype, A. (2017). Trastornos
de la conducta alimentaria en estudiantes de
medicina de una universidad de Perú. Revista
Cubana de Salud Pública, 43(4), 551-561.
Portela, M., da Costa, H., Mora, M., & Raich, R.
(2012). La epidemiologia y los factores de riesgo
de los trastornos alimentarios en la adolescencia:
una revisión. Nutrición Hospitalaria, 27(2), 391-
401.
Portilla, G. (2020). Acoso escolar e insatisfacción
corporal en adolescentes estudiantes del distrito
de Ventanilla. (Tesis de Licenciatura).
Universidad Cesar Vallejo, Lima, Perú.
Rabadán, R., Ato, M., & Rodrigo, M. F. (2001).
Eating behavior by gender: An alternative
methodological approach for the analysis of
categorical data. Psicothema, 13(2), 271-276.
Rivarola, M., & Penna, F. (2006). Los factores
socioculturales y su relación con los trastornos
alimentarios e imagen corporal. Revista
Intercontinental de Psicología y Educación, 8(2),
61-72.
Rodríguez, S., & Cruz, S. (2008). Insatisfacción
corporal en adolescentes latinoamericanas y
españolas. Psicothema, 20(1), 131-137.
Rosas, K. (2017). Relación familiar e indicadores
clínicos asociados en mujeres con trastornos de
la conducta alimentaria de Lima Metropolitana.
Revista de Investigación de Apuntes
Psicológicos, 2(1).
https://revistas.upeu.edu.pe/index.php/ri_apsicol
ogia/article/view/861
Ruíz, A., Vásquez, R., Mancilla, J., Viladrich, C., &
Halley, M. (2013). Factores familiares asociados
a los Trastornos Alimentarios: una revisión.
Revista Mexicana de Trastornos Alimentarios,
4(1), 45-57.
Salazar, Z. (2008). Adolescencia e imagen corporal en
la época de la delgadez. Revista Reflexiones,
87(2), 67-80.
Seijas, D., & Sepúlveda, X. (2005). Trastornos de la
conducta alimentaria. Revista Médica, 16(4),
230-235.
Selvini, M., Cirillo, S., Selvini M., & Sorrentino A.
(1990). Los juegos psicóticos en la familia.
Paidós.
Silva, C., & Sánchez-Sosa, J. (2006). Ambiente
familiar, alimentación y trastornos de la conducta
alimentaria. Revista Mexicana de Psicología,
23(2), 173-183.
Solano-Pinto, N., de la peña, C., Solbes-Canales, I.,
Bernabéu-Brotóns, E. (2018). Perfiles
neuropsicológicos en anorexia y bulimia
nerviosa. Revista de Neurología, 67(9), 355-364.
Staudt, M., & Rojo, M. (2006) Trastornos de la
conducta alimentaria; Anorexia nerviosa.
Revisión bibliográfica. Revista de Posgrado de
la Vía Cátedra de Medicina, 156, 24-30.
https://med.unne.edu.ar/revistas/revista156/6_15
6.htm
Stice, E., Maxfiel, J., & Wells, T. (2003). Adverse
effects of social pressure to be thin on young
women: An experimental investigation of the
effects of «fat talk». International Journal of
Eating Disorders, 34(1), 108-117.
https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/e
at.10171
Sullivan, P. (1995) Mortality in Anorexia Nervosa.
American Journal of Psychiatry, 152(7), 1073-
1074. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/7793446/
Toro, J. (2004). Riesgos y causas de la anorexia
nerviosa. Ariel.
Toro, J., Salamero, M., & Martínez, E. (1994).
Assessment of sociocultural influences on the
aesthetic body shape model in anorexia nervosa.
Acta Psychiatrica Scandinava, 89(3), 147-151.
Predictores de los trastornos de conducta alimentaria
Sección: Salud y Psicología
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 88-104
ISSN 2697-3375
92
https://doi.org/10.1111/j.1600-0447.
1994.tb08084.x
Vargas, M. (2013). Trastornos de la conducta
alimentaria. Revista de Costa Rica y
Centroamérica, 70(607), 475-482.
Vásquez, R., Ruiz, A., Álvarez, G., Mancilla, J., &
Tena, A. (2010). Funcionamiento familiar en el
riesgo y la protección de trastornos del
comportamiento alimentario. Universitas
Psychologica, 9(2), 447-455.
Vela, A. C., & Valero, S. (2014). Inicio de la actividad
sexual e imagen corporal en estudiantes pre-
universitarias. Revista de Psicología (UCSM),
11, 31-47.
Vidovic, V., Juresa, V., Begovac, I., Mahnik, M., &
Tocilj, G. (2005). Perceived family cohesion,
adaptability and communication in eating
disorders. European Eating Disorders Review,
13, 19-28. https://doi.org/10.1002/erv.615
Wade, T., Tiggemann, M., Bulik, C. & Fairburn, C.
(2008). Shared temperament risk factors for
Anorexia Nervosa: A twin study. Psychosomatik
Medicine, 70(2), 239-244.
Waller, G., Calam, R., & Slade, P. (1988). Family
interaction and eating disorders: Do family
members agree? British Review of Bulimia and
Anorexia, 3(1), 33-40.
https://doi.org/10.1002/erv.2400020204
Whitaker, C., & Bumberry, W. (1998). Danzando con
la familia. Un enfoque simbólico-experiencial.
Paidós.
Yager, Z., & O’Dea, J. (2008). Prevention programs
for body image and eating disorders on
University campuses: A review of large,
controlled interventions. Health Promotion
International, 23(2).
https://doi.org/10.1093/heapro/dan004
Zagalaz, M. L., Romero, S., & Contreras, O. R.
(2002). La anorexia nerviosa como distorsión de
la imagen corporal. Programa de prevención
desde la educación física escolar en la provincia
de Jaén. Revista Iberoamericana de Educación,
1-22.
https://rieoei.org/deloslectores/343Zagalaz.pdf