Merlyn, M. F.
Veritas & Research, Vol. 6, N° 1, 2023, 52-62
ISSN 2697-3375
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positivo y sexualidad vinculada al afecto) reciben una
menor cobertura con relación a las propuestas de
relaciones que no los involucren (casuales, inmediatas
y sin compromiso). Existe un extrañamiento del
hombre frente a los sentimientos amorosos
(entendiendo por extrañamiento la acción de sentir algo
como extraño o poco familiar a sí mismo). Esto se ve
en las narraciones del enamoramiento, relatado como
un sentimiento que les cuesta describir; el varón se
declara incapaz de manejar estos sentimientos,
rechazándolos o solicitando ayuda femenina para
entenderlos. Existe un temor al posible daño si se
enamora, algo que se observa también en las
narraciones sobre la ruptura. El extrañamiento frente a
emociones como el amor puede enmarcarse en algo
más general: en sociedades tradicionales, la
emocionalidad está limitada (Gutman, 2020), por
cuanto el hombre tiene asociado el rol de género de
trabajador y proveedor (Ramírez, 2021); el amor y el
cuidado, entre otros, son el eje emocional con el que se
socializa a las mujeres (Rodríguez Cruz Manjarrez,
2023). Para los hombres, entonces, el encuentro con la
mujer no puede darse desde el afecto, un terreno
desconocido y potencialmente peligroso, sino desde
aquello que conoce bien, que son las propuestas
sociales tradicionales (sexualidad masculina definida
como genitalidad, relaciones de poder y afirmación
frente a la mujer).
Aquello que define esencialmente al varón en las
sociedades tradicionales es su capacidad genital, en
torno a la cual se articula su sexualidad, haciendo que
su subjetividad se centre en percibirse como ejes de
satisfacción (Pozzerle, 2017). En primera instancia,
entonces, se piensa que las extensas narraciones de
contenidos sexuales en las canciones tienen que ver con
el discurso cultural preponderante, que impulsa a los
varones a ser “activos” eróticamente o hipersexuales
(Gutman, 2020; Heilman et al., 2017). Son
características de la sexualidad masculina la obsesión
por el desempeño, la hipersexualidad y la
promiscuidad, patrón también presente en las canciones
analizadas. Las detalladísimas descripciones sobre el
sexo (25% de los textos) narran una historia de potencia
masculina: el hombre, poseedor del órgano sexual, es
el que da placer a la mujer; es potente al involucrarse
en prácticas sexuales con varias mujeres, al ser quien
decide o no usar el preservativo. La mujer en manos del
hombre es solo un objeto a través del cual él ratifica su
virilidad, es la “mala mujer” cuyo fin es únicamente
erótico (Gutman, 2020). En efecto, la masculinidad
tradicional promueve la disociación de la imagen
femenina en dos, la “buena” (madre) y la “mala”
(erótica). Todas las descripciones presentes sobre la
excitación femenina, orgasmo, masturbación, las
posturas que supuestamente le gustan, ratifican esta
visión de la mujer. El hombre focaliza y limita su placer
a la satisfacción genital, como se ve en las referencias
a la excitación, a la eyaculación y su órgano sexual, lo
que sigue estando en concordancia con la percepción
tradicional de la sexualidad masculina (Docampo y
Pousada, 2020; Pozzerle, 2017). En estas narraciones,
en definitiva, la presencia de la mujer es solamente
necesaria para justificar la identidad sexual masculina
tradicional, sin afecto, poderosa y obviamente
heterosexual. El efecto de dominancia y de potencia se
acentúa por el uso de un lenguaje obsceno, cercano al
de la pornografía. Esto es concordante con lo
mencionado por autores como Díez-Gutiérrez y otros
(2023), quienes dicen que el reggaetón narra las
fantasías sexuales machistas tradicionales que tienden
a retratarse en la pornografía.
Finalmente, este tipo de narraciones focalizadas en lo
sexual revelan un afán de reafirmación sexual de los
varones. Esta también es una característica de la
masculinidad tradicional (Meler, 2021), y se evidencia
en la jactancia del performance sexual por parte de los
intérpretes, quienes exageran su rendimiento sexual en
los relatos que hacen de ello. Por otro lado, esta
reafirmación se hace frente a otros varones, puesto que
en sociedades tradicionales el ejercicio de la sexualidad
masculina está bajo el contante escrutinio de otros
hombres, ante los cuales hay que demostrar la hombría
porque son ellos los que evalúan el desempeño (De
Toro, 2011). Esto se ilustra en el hecho de que, de las
86 canciones de la muestra cantadas por hombres, solo
20 son de intérpretes solistas, es decir que más del 75%
son cantadas en grupos de varones, que dialogan entre
sí, cediéndose el turno, haciéndose coro los unos a los
otros.
Conclusiones
A través del análisis realizado se ha detectado que las
principales temáticas de las canciones son las
relaciones de pareja, el sexo y la sexualidad, a las que
se asocian descripciones del hombre y de la mujer y del
ambiente. Sin embargo, se ha evidenciado que detrás de
estos temas el eje rector es una propuesta del “ser
masculino” tradicional y hegemónica. Así, los
mandatos tradicionales hechos hacia el hombre desde
este tipo de masculinidad están presentes en las
canciones: potencia sexual, emocionalidad reducida,
sexualidad articulada en torno a lo genital,
hipersexualidad, visión de la mujer “mala” (erótica) y
reafirmación masculina frente a otros varones.